La leyenda de la ventana del muerto.

(25 ago 2016) Leyenda de México. En el convento del Carmen había un joven novicio de noble familia, que tomo el nombre de Fray Jacinto de San Ángel, de carácter alegre le ponía apodo a todos, no faltaba quien se enojara, a los sacristanes los asustaba para que tiren lo que llevaran, no faltó quien le pegara un papel en la espalda,  dibujado un diablillo, hasta en la cocina se metía echaba en las ollas las cuentas  de los rosarios cuando hacían garbanzos.

Para cambiar su energía el maestro de los novicios le aplicaba castigos, amonestaciones, encierros en la celda, lo amenazaron de correrlo del convento, pero todo era en vano.

Era un modelo de vocación religiosa

Era muy puntual en su práctica religiosa, con las reglas del convento hacía sus ayunos, su disciplina con el coro, en la misa era el mejor que ayudaba y lo hacía con mucha devoción, solo por esas cualidades lo aguantaban y por atención a su familia.

Fray Elías de Santa Teresa se enfermo era un novicio serio y disciplinado, el médico dijo que Dios lo llamaba y decidieron darle los santos oleos. Toda la comunidad se reunió en la iglesia a orar hasta los chamacos  que eran educados en el convento esparcían pétalos de flores en el suelo, el enfermo recibió los sublimes del rosario de fe sencilla.

Todos envidiaban aquella dicha

Entró en agonía y murió, sollozos y plegarias siguieron a su muerte. Todos deseaban esa dicha, pusieron el cadáver en el ataúd y lo llevaron rezando el De Profundis, en el área donde ponen a sus muertos para su velorio, la misa de cuerpo presente seguido a sepultar.

Llegó la noche, Fray Jacinto veía desde la ventana de su celda el cielo, se ponía serio y también sonreía como que envidiaba al hermano muerto. Suena la campana, los pasillos oscuros se llenan de monjes para ir al coro. Era fiesta, 24 de Diciembre, Natividad del señor. Rezos con música se llenaba con fieles el templo bizantino, en misa de gallo, todos rezaban con devoción.

Pasó la fiesta, se apagaron las luces los fieles se fueron del templo, los monjes regresaron en silencio a la sala “De Profundis” donde estaba el muerto (el fraile, hasta yo pensé que ya lo habían enterrado, pues no) hicieron rezos de difuntos. La cara daba conocer una tranquilidad.

Se metió al ataúd fingiendo ser el muerto

Al terminar el oficio, no dejaron solo al cadáver lo acompañaron dos novicios para guardia, le toco a Fray Jacinto y a Fray Juan de la Cruz, se les dio chance para tomar chocolate para la desvelada y Navidad, Fray Juan era miedoso, prefirió ir a la cocina por el chocolate que quedarse con el difunto. El loco de Fray Jacinto sin poderse contener, sacó al muerto del féretro y lo sentó en la silla donde estaba él y este se acostó en el ataúd fingiendo estar muerto. Los frailes ya se habían ido a dormir había silencio.

Fray Juan regresaba con el chocolate para su compañero, y se lo ofrece, cuando se dio cuenta que se lo estaba dando al muerto, corrió hacia fuera gritando, Fray Jacinto sale del ataúd para alcanzar a Fray Juan para que nadie sepa de la travesura y le grita; ¡Fray Juan! Para que se detuviera,  en eso….¡El muerto que se levantó! Agarró un candelero  con cirio encendido corrió tras de los dos vivos, se dieron cuenta Jacinto y Juan que eran perseguidos por el difunto y se aventaron por una ventana, el muerto alcanzó  a Fray Jacinto apagándole la vela en el cuello.

Al otro día vieron al muerto sobre la ventana con el candelero en la mano y a Fray Jacinto con la quemada en la garganta.

Autor: Elsy Alonzo

Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.

Fuentes de información

  1. www.informador.mx

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