El callejón de la cabecita.

(26 2016) Leyenda de Guanajuato. Con una cuerda amarró sus cabellos y colgó la cabeza de su mujer en un poste, como escarmiento para las infieles. La encontró retosando con el amante a este le dio su paliza de perro y a ella arrastras la sacó de la casa sacó su espada y de un sablazo la decapitó.

En el siglo XVII había mucha bonanza en Guanajuato por sus minas que atrajo a miles de gambusinos de todos los lugares deseosos de hacer fortuna le decían el Siglo de Oro. La inmenza riqueza guardaba en el seno de sus montañas. La buena fama de la ciudad corrió por todo el mundo. Una pareja que llegó de España, en los tiempos de la colonia vivían en una casa del callejón. Su marido era una autoridad del lugar. Cuando se iba a trabajar su mujer retosaba con otro. Y alguien le llegó con el chisme, como era un marido muy celoso y casado con una mujer muy hermosa pero él sabía que era de “cascos ligeros” el hombre sospechaba que le ponía los cuernos y  decidió comprobarlo.

La encontró retozando con el otro

Un día llegó mucho más temprano que de costumbre y la pescó con el amante, a este le dio su paliza de perro y lo tiro a la calle todo estropeado. Pero a su esposa la agarro violentamente además que le dio sus cachetadas, arrastras la llevó a la calle y en medio del callejón saca la espada y de un sablazo le corta la cabeza, agarra una cuerda, amarra los cabellos y la cuelga en un  poste, ahí la dejó como lección para las mujeres infieles. De ahí se le llama "el callejón de la cabecita". Y tardó mucho tiempo colgada, dicen que hasta se momificó y se achiquitó la cabeza. Con el tiempo se hizo costumbre entre los vecinos, ver aquel despojo humano, después alguien puso una lámpara con aceite, para que en las noches le alumbrara. Tuvieron la creencia que aquella cabeza hacía milagros.

Otra versión

Era la mañana del año 1704, los vecinos de la placita del Baratillo y callejones adyacentes de la ciudad de Guanajuato, tuvieron material para contar y comentar de un crimen inaudito.

Los guardianes de la ronda encontraron en una casa del callejón del Ave María los cadáveres de siete personas, al hacer las investigaciones, el victimario era un hombre blanco que llegó a la Nueva España un perturbado por el alcohol.

El hombre asesinado junto con su familia era originario de la provincia de Santander, España que llegó hacer fortuna radicándose en Guanajuato. De Nombre Gabriel. Los que lo conocían aseguraban que en España había dejado una esposa y dos hijos a quienes abandonó por conocer el nuevo mundo. Llegó a estos lugares donde la plata y oro corrían en los arroyos y se derretían en las montañas al contacto del sol.

Cuando el asesinó estuvo en el poder de la justicia declaró; llamarse Diego originario de Santander España de oficio marinero y en el último naufragio que sufrió pudo llegar a las costas de la Nueva España. Se internó tierra adentro hasta que logró la compañía de unos hombres que se dirigían a las minas del Real de Guanajuato. Aquí en Guanajuato conoció a un minero Don Gabriel y lo ayudó a colocarse, que trabajaba en el laborío de San Juan de Rayas le dio ocupación de velador, pero por el vicio de la embriaguez que ya lo tenía muy arraigado fue despedido. Su protector Don Gabriel lo siguió hospedando y alimentando condolido de su suerte.

Diego sabía que don Gabriel tenía oro en un cofre

Un día planeo robar a Don Gabriel. Esperó que todos durmieran. Diego fue directo al baúl donde guardaba los ahorros, tropezó y calló una silla hizo que se incorporara el señor y le clavó una daga gritó pidiendo auxilio. Su esposa e hijos al escuchar y todos fueron heridos de muerte. Al darse cuenta escapa Diego y al mes lo agarran en Irapuato lo regresan a Guanajuato. Por pura coincidencia el asesinó declaró su procedencia y el nombre de su padre. Y resultó ser uno de los hijos abandonados de don Gabriel en España.

Para escarmiento, fue descuartizado vivo en el cerro del Egido, colocando las partes de su cuerpo en distintos lugares. Las piernas en el camino de Real de Santiago de Marfil; los brazos en el cerro de San Miguel, el tronco en el cerro del Egido y la cabeza en el callejón del Ave María donde cometió el crimen.

La cabeza permaneció muchos años y según cuentan que su piel se momificó y desminuyó de tamaño que le iba creciendo el pelo del cráneo y la barba de la cara. Al callejón se le llamó La cabecita

Yyyy ya

Autor: Elsy Alonzo

Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.

Fuentes de información

  1. www.detourporguanajuato.com

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