(31 2024) Leyendas de Nuevo León. Un indio quería torcerle la cabeza a su hija por un sueño que tuvo, porque era la única forma que no sucediera la tragedia. Esto sucedió en la hacienda de la Pesquería Grande su propietario era el capitán Gonzalo Fernandez de Castro un destacado poblador del Nuevo Reino de León del XVII.
Este caballero tenía muchas propiedades y empleaba muchas personas. Un día estando en la hacienda, escuchó voces producida con la gente de su encomienda, que estaban realizando tareas. Se acercó con rapidez a ver que pasaba, y se encontró con que un indio que era el capataz, le torcía la cabeza a su hija una niña como de siete años.
Indignado regañó al indio y le preguntó porque quería matar a su hija, éste le respondió que lo hacía porque había soñado que una gran roca se desprendía de la sierra sepultando a todos y los estragos eran muy grandes y solo se evitaba matando a la niña.
El señor tuvo la precaución de retener a su lado a la niña, a fin de protegerla del supersticioso padre. Para ello la llevó consigo explicándole a sus familiares lo sucedido y encargando a ellos y a la servidumbre que cuidaran de ella.
Don Gonzalo era un hombre de amplio criterio y cristiano pero no pudo reponerse lo que aconteció al otro: amaneciendo todos se pusieron a trabajar como siempre, escucha ron un “tremendo estruendo” era un peñasco gigantesco desprendiéndose desde lo más alto, rodaba con velocidad a la serranía. Hubo una gran tragedia.
Lo que había temido el indio pasó. No cabía duda de que era un sueño profético que se cumplió. Quedando este relato de boca en boca como una leyenda de las más antiguas del estado.
El Rincón del diablo.
Había toque de queda. Por el barrio de las Tenerías caminaban rápido los que vuelven tarde a sus casas y no se atreven a decir el espanto que sienten al pasar por ese lugar. A lo lejos el grito del centinela daba escalofríos. Cuentan los vecinos con misterio y horror que el demonio, noche a noche pasea por ese rincón de la ciudad dejando a su paso ese penetrante olor a azufre. Por eso, apenas oscurecía las puertas son atrancadas, las familias se guardan y solo rompe el silencio la voz del sereno.
Una noche cuando el vigilante gritaba: ¡ Las doce y serenooo!
Los vecinos espantados oyeron unos gritos de desesperación pidiendo socorro, pero todas las puertas permanecieron cerradas, nadie abrió al infeliz que demandaba ayuda y el grito se perdió por la noche. Al día siguiente, apenas amaneció un labriego que se encaminaba y cerca donde eran sus tareas, se encontró con un hombre inconsciente yacía tirado junto a una cerca. Al auxiliarlo el hombre volvió en si y le contó que: “trasnochador y mujeriego, venía en busca de nuevas aventuras, cuando al paso le salió un hombre vestido de negro, su cara horrorosa, sus ojos brillaban como con fuego y dejaban ver largas y delgadas piernas, teniéndole tan cerca de él, con terror sacó su cuchillo que llevaba en el cinto y lo había hundido varias veces en el pecho de aquel ser extraño, sin herirlo sin lograr que se alejara, no pudo resistir mas tiempo las dentelladas miradas lo cegaban y perdió el conocimiento”.
Muchos vecinos aseguraban a ver visto al Demonio paseando por el lugar. Desde ese entonces se le llamó a ese rumbo de Monterrey El Rincón del Diablo.
El Cerro de la Plata
Leyenda de Nuevo León. Los conquistadores españoles se sorprendían con cualquier tipo de relato asombroso en donde podrían encontrar riqueza y juventud. Es decir los españoles eran unos auténticos soñadores. Los españoles se forjaban en su imaginación cosas que no existieron. En su mente crearon la Gran Quivira, Las Siete ciudades de Oro, El Dorado y hasta la Fuente de la Eterna Juventud.
En esa época se le llamaba a este territorio el Nuevo Reino de León, y crearon un maravilloso Cerro de la Plata.
En la crónica de Alonso de León asienta: “Un cerro dice que le llaman El de la Plata” los que trabajaban jornadas decían, haberlo visto brillar en toda su magnificencia. Hasta el propio Gobernador Martin de Zavala se refiere a este cerro maravilloso al rey FelipeIV en el año 1655 donde le expresa su entusiasmo de esa “evidente noticia” de su existencia.
Sin embargo, el deslumbrante Cerro de la Plata se alejaba cada vez que alguien se acercaba o por encantamiento se frustraban los planes de codiciosos intentos se hacían para para alcanzarlo. En el año 1644 en Monterrey una compañía al mando del general Juan de Zavala para ir en su busca. Los nativos desviaban la atención y se malograban las salidas.
Lo mismo sucedió en las expediciones organizadas por el gobernador de la Nueva Viscaya, Jamás fue posible ni de Monterrey, ni del Parral llegar al Cerro de Plata. Los pobladores se resignaron a tener la esperanza de llegar a esta fabulosa montaña que muchos aseguraban haber visto de vez en cuando el resplandor de la montaña, en el indefinido horizonte del norte del Nuevo Reino de León.
Resumen y párrafos del texto: LEYENDAS DE NUEVO lEÓN.
Autor: Elsy Alonzo
Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.
Fuentes de información
- blog.vivaaerobus.com
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