(14 sep 2023) Leyenda de Monterrey. En la antigua calle del Colegio de Niñas, hoy Abasolo vivía una hermosa chica que sentía una gran alegría por la vida. Entre los que más le gustaba era el baile. No había pachanga que se perdiera, pues la música bailable era lo que mas disfrutaba y era muy solicitada por los muchachos, difícilmente se quedaba sentada mientras los músicos tocaban.
La mamá de la muchacha sufría, la chica siempre daba de que hablar aunque ella se portaba bien. Las vecinas y amigas envidiosas por el éxito que tenía con los muchachos, ellas se daban por ofendidas y escandalizadas por su presencia, procuraban que ella sintiera su desprecio. Solitaria y sin amigas aquella joven era feliz porque la compañía de los jóvenes bailadores nunca le faltaba. Aún que se preocupara su mamá siguió su vida de fandango.
Una noche avisó a su madre que asistiría a un baile. -¿Con quién vas a ir? Preguntó la mamá.— ¡Con cualquiera! Con el primero que llegue a la casa, alzó los hombros y le dio la espalda. La madre molesta le dijo — Seguro que si viene el mismísimo diablo, a vas con él—. La joven no dijo nada se retiró a terminar de arreglarse, oyó que llaman a la puerta y fue corriendo abrir. Un joven muy guapo vestido con elegantes ropajes negros, amablemente la invitó al baile esa noche. Acepto inmediatamente, sin importar qué era un reverendo desconocido, salió encantada por la belleza del compañero ocasional. En compañía de este hermoso joven la chamaca se perdió aquella noche por las calles de Monterrey. Legaron al patio donde se realizaba el baile y la pareja era observada con envidia por las muchachas del lugar. Al ver lo apuesto que lucía al hombre que bailaba gracioso y varonil por toda la pista. Bailaron hasta el fin de la fiesta, y el caballero se ofreció acompañarla hasta la puerta de su casa.
Hasta ahí, todo iba bien. “Tal vez se acercaba un romance definitivo para la chamaca” eso pensaba ella. Al llegar a la puerta, el encantador galán le dio cálido y afectuoso abrazo. Tan cálido que se estremeció con una oleada de calor que recorría todo su cuerpo, sentía que ardía de pasión y percibió que su pecho y su corazón se abrazaban en candela. En efecto esos brazos la quemaban. La joven pasó de la pasión al susto y terror profundo, empezó a gritar de dolor y espanto, veía cómo se incendia sus ropas. El hombre transformó su rostro a facciones horribles, la soltó y le propino tremendos arañazos en toda la cara, que hasta aquel día fue hermoso.
La madre salió alborotada ante los gritos y lo único que encontró fue la joven tirada, con el vestido quemado saliendo humo con el rostro desfigurado ensangrentado. Un apeste a azufre invadía el ambiente, pero el atacante de su hija ni su huella.
Arrepentida y asustada de la vida, que había tenido esa experiencia. Con la cara llena de heridas ingresó al convento, no pudo profesar cómo monja. Como secuela del tremendo susto que sufrió no quería salir de su cuarto, consumiéndole el miedo, una mañana amaneció muerta.
Rezumen y párrafos del texto: LEYENDAS DE NUEVO LEÓN
Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.