(31 2024) Leyenda de México. Esto pasó a finales del Siglo XVII en una rica casona de la calle Espíritu Santo, hoy Isabel la Católica Ahí vivían las hermanas Simona y Juana Cedillo nativas de Andalucía España. Muy hermosas como casquivanas, desbocadas de conducta impropia. Estas ya tenían muy mala fama tenían un oscuro pasado por sus malas costumbres, que tenían unas parejas, unos rufianes que le dieron muerte a su padre.
Que al saber cómo son ellas, de dolor muere su madre, ésta estando en agonía delante del sacerdote les lanzó una gran maldición a sus hijas. Las hermanas ni siquiera hicieron caso. Sabiéndose hermosas, seducían a cuanto caballero se atravesara en su camino, les hacían un coqueto guiño. Estos pensando que iban a pasar un rato agradable en brazos de aquellas bellas mujeres solo encontraban la muerte. Nada les importaban a las hermanas, que muchos hombres murieran y se apropiaban de las joyas y el dinero que traían encima. Noche a noche se divertían escandalosamente gastando la fortuna que se hacían además del de su padre un rico minero de Potosí. Fueron muy temidas y ruinosas sus orgías. Eran escandalosas las fiestas de cada noche, durando hasta el amanecer.
Los vecinos hartos de ellas, todos pedían al Santísimo que se vayan aquellas mujeres. Las plegarias tuvieron frutos, un día la casa amaneció sola y silenciosa, así pasaron las semanas, meses sin vestigios de vida.
Una noche unos jóvenes calaveras Jerónimo García de Montealegre y Alonso Ortiz de Murguía corrían otras de sus parrandas y también en busca de placeres de la carne. Se encaminaron en aquella calle cantando. De pronto los dos se quedaron estupefactos al ver frente a ellos dos mujeres hermosísimas eran nada menos que las mujeres diabólicas las hermanas Cedillo, pasaron junto a ellos y les hicieron el guiño a los galanes. Las mujeres se encaminaron hacía su casa y los jóvenes atrás de ellas. Llegaron, el zaguán y la casa toda iluminada escucharon música y risas dentro de la mansión vieron escenas que no esperaban, músicos mucha gente joven divirtiéndose, las damas los invitaron a participar en la juerga. Las horas pasaban, trago , besos y abrazos. Hasta las primeras horas del amanecer las hermanas dieron terminada la fiesta de amor y locura. Y los despidió.
Cuenta la leyenda, que Alonzo que entre su camisa abierta se asomó un pesado crucifijo de oro, que al verlo Simona que era su compañera con la que se estaba abrazoteando, se apartó bruscamente de él. El joven pensó que ella tenía miedo de cometer pecado enfrente del crucifijo. Las mujeres insistieron que se fueran de la casa y estos cumplieron su deseo.
Los muchachos quedaron impresionados con la belleza y las caricias que les dieron las hermanas y regresaron la siguiente noche, la casa la encontraron cerrada y silenciosa. En ese momento pasó un anciano que porque la casa estaba así como abandonada. Qué hacía muchos meses que estaba deshabitada. Alonso y Jerónimo incrédulos se fueron a tomar en una taberna a pasar el tiempo y a media noche volvieron a pasar por la calle de la casona. Escucharon lo mismo, música, muchas voces y las hermanas los invitaron a pasar, se repitió los besos, muchos tragos hasta reventar. Cuando amaneció estaban tirados en la calle orinados viendo que los curiosos se burlaban de ellos, molestos y avergonzados se fueron corriendo. Al día siguiente, indignados queriendo una explicación fueron a la casa de las hermanas y comenzaron a tocar en la puerta del zaguán furiosamente, pero nadie les abrió, decidieron entrar por la fuerza. Dentro de la casona se respiraba humedad y abandono, no podían creer lo que veían. Ansiosos por descifrar el misterio fueron a las recámaras donde ellos se acariciaban con ellas. Quedaron paralizados, Alonzo salió corriendo vomitando al ver a Simona descarnada y horrorosa. Al mismo tiempo el otro pegó de gritos horribles vio a la otra hermana igual. Iban a ir a la justicia, pero ya estaban en la puerta, los vecinos reportaron que entraron a la fuerza estos. Los jóvenes contaron su historia y nadie les dio crédito a sus palabras, estaban ya locos de terror. La justicia penetró a la casa y encontraron los dos cuerpos enjoyados de las hermanas malditas. En cuanto a Jerónimo y Alonzo no se les pudo tomar declaración, algo les pasó que pura incoherencia dijeron. Se les envió a prisión, donde terminaron muertos sin recobrar la razón.
Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.