Leyenda de Nachito del Panteón de Belén
Leyenda de Guadalajara. Desde el día que llegó al cementerio su ataúd salía de su tumba porque el niño cuando vivía y ahora que está muerto sigue teníendo miedo a la oscuridad, el enterrador lo reporto a las autoridades y a sus
El ahorcado del panteón de Hocabá
Leyenda de Yucatán. Los pobladores, aseguran a ver visto a un hombre colgado en un árbol que está dentro del panteón, enseguida lo reportan a las autoridades, cuando llegan no hay nadie. Se dice, que los ahorcados están condenados a
Volver a morir, del Cementerio de Belén
Cuentan, que en el Cementerio de Belén en una noche se oyó un ruido muy fuerte en el lugar, se oyeron quejidos largos y lastimeros después se escuchó un ruido de piedras, cuando amaneció, las personas se arremolinaron junto a la
El vampiro de Guadalajara
Leyenda de Guadalajara. Dice la leyenda que en el año 1880, en la época colonial, llego a vivir un hombre de muy lejos, se cree que de Europa y se quedo en un pueblo llamado Belén en Guadalajara, este extranjero no hablaba con nadie
Promesas del Más Allá. El Sansón Ibérico
Leyenda de Nuevo León. Por los años 1905 Monterrey era una ciudad muy tranquila, por la calle de Comercio hoy llamada Morelos, había sitio de coches jalados por caballos. Uno de los cocheros Don Goyo era un hombre amable, atento y
La Santa de Cabora. La Niña de Cabora es Teresa Urrea
Leyenda de Sinaloa. Una figura que tuvo mucha influencia en personas hasta que se convirtió en una leyenda, ella es Teresa Urrea. Su vida y muerte es una enseñanza en el ámbito religiosos y político que varios estados la recuerdan como
La Tumba, encadenada para que los restos no salieran
Leyenda de Sinaloa. Los enterraron en la misma caja y los sepultaron. Pero al día siguiente aparecían los cuerpos tirados en la calle, lejos del panteón, alguien sacaba los restos para que no descansaran en paz. Era el año 1890, en
La Silla del Cementerio y El Gua gua Auca
Leyenda de Ecuador. Los guardias del panteón, fueron testigos de las visitas del enamorado. Decidieron colocar su silla en su tumba. El idilio de amor que tuvieron Josef y Elizabeth fue verdadero. Dos extranjeros y su repentino