Promesas del Más Allá. El Sansón Ibérico

(09 ene 2024) Leyenda de Nuevo León. Por los años 1905 Monterrey era una ciudad muy tranquila, por la calle de Comercio hoy llamada Morelos, había sitio de coches jalados por caballos. Uno de los cocheros Don Goyo era un hombre amable, atento y servicial, permanecía toda la noche llevando clientela. Una noche con lluvia había mucho frio que calaba los huesos. 

El vetusto reloj de la catedral sonaba las doce campanadas. Don Goyo con su sombrero de ala ancha y envuelto en su cobija, cabeceaba en el asiento del coche, con pocas esperanzas de algún cliente por la inclemencia del tiempo. Así se hallaba cuando se acerco una mujer, quien le pidió que la llevase a la iglesia del Roble. El coche se puso en movimiento por las calles, ni una palabra cruzaron. La mujer descendió del coche y le pidió al cochero que ahí la dejara y le advirtió que durante nueve noches habría que requerir sus servicios a la misma hora y el mismo recorrido y que al final le pagaría. Sí, efectivamente nueve noches. Don Gregorio no se percataba de dónde salía su cliente, la llevó hasta el templo. La última noche, al dejar a la pasajera en la iglesia don Goyo esperaba su paga. La mujer le pidió que esperara porque iría de vuelta a su casa por el dinero. El hombre la vió descender del coche y entró al templo por la puerta principal la vió arrodillarse y sus brazos en cruz. Al fin la dama regresó al coche y pidió que la llevara a la calle de Aramberi, hacía el poniente. Don Goyo extrañado la mujer le pidió que se detenga y estaban enfrente del cementerio. La dama descendió y se dispuso a pagar la cant. adeudada, luego ella llegó hasta la reja se abrió y la mujer desapareció ante los ojos del cochero. Es cuando se dió cuenta que había llevado a un ánima en pena. Algo ilumino la luna dentro del cementerio que don Goyo vió una calavera dentro de un manto negro. El hombre no volvió a trabajar de noche.

El Sansón Ibérico

Leyenda de Nuevo León. Después de la conquista, tierra de frontera  nadie dudaba que aún imperaba la “Ley del más fuerte” aún que había un gobernador Luis de Carbajal. En su crónica Alonso de León dice que un indio se enfrentó y peleó con el capitán Lucas de Linares quien salió victorioso y como escarmiento para el oriundo, lo mató y lo mandó a enterrar en el corral de las yeguas. 

Pero su orden, fue mal cumplida, el fallecido quedó con un pie insepulto. Los demás indios indios lo descubrieron y rápido convocaron a un alzamiento para vengarse y acabar con los españoles.

Un indio leal dió aviso a Martin de Solís, como se lo había dicho el natural atacaron dando alaridos y lanzando flechas. Los españoles tomaron sus espadas, adargas y arcabuces , protegieron sus cuerpos con sus cotas de malla con las mujeres y niños se situaron en el torreón iniciando la defensa. El capitán Linares, se dió cuenta que los indios se llevaban los caballos del corral, salió imprudentemente con su espada en la mano, intentando rescatar a los animales. Linares era el objeto principal de la venganza, los indios le capturaron, le cortaron la lengua y lo mataron. Además le quitaron la espada poniéndole un lienzo en la punta, la esgrimieron victoriosos como bandera. Los españoles se quedaron sin caballos estos se escaparon. Solo quedó el de Hernando de Arias con gran habilidad saltó sobre él y se enfrentó solo contra los indios logrando matar al que empuñaba la espada del capitán, así a muchos cuanto pudo tener a su alcance, y los hizo huir a los indios hacía el monte.

Al relatar esta hazaña, el cronista recuerda que Hernando tenía tanta fuerza que cargaba a los “caballos como si fueran cabritos”, porque así lo contaron los antiguos pobladores que lo conocieron.

Además dijeron que en otra ocasión, viniendo de la provincia de Coahuila a Saltillo, se le cansó el caballo y él se lo echó al hombro con todo lo que llevaba anduvo tres leguas con él y lo puso a salvo.

Antonio de León como muchos otros historiadores vió en el español Hernando Arias a un Sansón Ibérico, como el legendario héroe de la biblia, a su pueblo matando a mil filisteos después cargando las puertas de la ciudad de Gaza. Al menos Hernando sí tenía la fuerza y la destreza que se requería para salir casi siempre ileso de los fieros ataques de los indios.

Autor: Elsy Alonzo

Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.

Fuentes de información

  1. www.infobae.com

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