El callejón del infierno de Guanajuato

(04 jul 2020) Leyenda de Guanajuato. Era el Siglo XVII, para Guanajuato era el Siglo de Oro. La inmensa riqueza nativa guardada en las montañas dio motivo de su esplendor que se tejieran fantasías de la ciudad. La fama de la ciudad corrió por todo el mundo. El oro brillaba en las noches como inmensos luceros; las casa habían sido construidas con adobes de arcilla mezclada con polvo de plata. También el monarca Felipe V la distinguió con el título “MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE SANTA FE Y REAL DE MINAS DE GUANAJUATO” le concedió el Nobilísimo Escudo de Armas por su magnificencia.

Con la abundancia de la riqueza aparecen centros de vicio; tabernas donde se toma, baila y se juega para distraer a los mineros a cambio del fruto de su trabajo. En el callejón de Robles se instaló un bodegón regentado por un andaluz maldiciente que hace entretenida la estancia de los parroquianos. Al toque de queda se cierra el lugar y se quedan  los que juegan cartas y bailan con las mancebas. Muy seguido hay peleas y sangre por las alegrías nocturnas.

Un cliente asiduo es Florentino Montenegro uno de las minas de San Juan de Rayas un galán atrevido y guapo que tiene buena suerte con las mujeres, todas querían con él. Tenía buena suerte en el juego, lo malo que las ganancias las despilfarraba en el vino y el amor. Su salida de la taberna era a las tres de la madrugada, dando traspiés por borracho y no se acordaba de nada.

Una de esas noches en que el frio colaba hasta los huesos, se marchó más temprano que de costumbre. Son las doce, al salir a la calle el aire fresco despejó su embotado cerebro por el vino. Y empezó a caminar de prisa. Al llegar a una esquina vio una mujer joven y hermosa y como era atrevido y enamorado se le declara y le hace proposiciones para que lo acompañe (ya sabes para que). Ella le indica la dirección que deben tomar. Suben y bajan callejones hasta llegar al de Perros Muertos. Penetraron en un callejón estrecho y misterioso las noche era más densa. Llegan al fondo del callejón y ella abre una puerta, penetran y hay un resplandor rojizo. Florentino siente algo extraño ve cosas desconocidas para él. Ve, que en un rincón de la casa hay una oquedad en el suelo, los dos penetran y descienden por unas gradas angostas en espiral, que son salientes de la roca situadas alrededor del enorme agujero como cráter de un volcán, su abismo brota esa luz rojiza. Su compañera que va adelante lo lleva de la mano y se da cuenta él que ella cambia su silueta, a veces es una mariposa negra que aletea y otras un murciélago colosal.

Florentino siente miedo mezclado con horror

Instintivamente levanta la vista y distingue un pequeño punto negro, es el enorme agujero vertical por donde entraron. Pierde el equilibrio y cae, al llegar al fondo queda sorprendido por lo que ve. Figuras grotescas bailan en torno de una gran antorcha que ilumina todo. Hay espaciosas galerías en una hay hombre y mujeres encadenados, cuyos grillos los vuelve inmóviles. Hay montones de oro y plata donde unos hombrecillos muy pequeños se entretienen en inyectar en la roca la plata y el oro que extraen otros hombrecillos de la enorme antorcha, así forman las vetas que se convertirán en veneros inagotables de riqueza, cuya cantidad rebaza los límites de la fantasía.

El fuego es un pedazo de sol robado al dio Febo. En otra galería habían muchos cadáveres petrificados, de pie formando filas interminables. Son los que murieron a consecuencia de ese trabajo agotador, sin disfrutar sus tesoros. Florentino, alcanza escuchar los alaridos que lanzan las mujeres y hombres que están encadenados, el ruido ensordecedor de ese tráfago. Los están martirizando con horribles tormentos para que el oro y la plata se saturen con esos gritos dolorosos que resultará un agradable y fino sonido al ser acuñadas las monedas, para que al circular en el mundo lleven todas las desgracias, las miserias y los orgullos. Sin soportar más ese espectáculo de crueldad, empieza a gritar por todo lo que está viendo.

Dos gigantes lo sujetan y le colocan una cadena

Así prisionero, quedará en ese antro infernal. Su desesperación lanza imprecaciones hasta enronquecer.

La mujer se le aparece, para calmarlo lo convida con un brebaje le da sorbos y queda profundamente dormido.

Son las seis de la mañana, Guanajuato despierta para iniciar labores. La ronda municipal en su último recorrido ve un hombre dormido en el estrecho callejón, tiritando de frio, es Florentino Montenegro el barretero de la mina de San Juan de Rayas, conocido por todos. Uno de los vigilantes lo despierta, el borracho entumecido se incorpora tembloroso.

Una de la ronda dice; -le hace falta vino y sueño-. Al escuchar Florentino le contesta: -Es que acabo de llegar del infierno. He pasado una noche tremenda en aquellas horrorosas profundidades. Allí esta la puerta de entrada, - señala un cuartucho todo ruinoso-, deshabitado, al entrar no hay indicios que este ocupado, no hay ningún agujero para creerle que ha venido de infierno. Florentino Montenegro, está loco por tanto tomar – comentan los guardianes municipales-. Pero el asegura haciendo la señal de la cruz lo que cuenta. La noticia de su increíble aventura corre por todo Guanajuato y desde esa noche no volvió a tomar vino.

Envejeció, por los años quedó achacoso Florentino sacaba su silla afuera de su casa en el barrio del Terremoto, y le contaba a los muchachos su extraña aventura que le sucedió aquella noche y a los mineros los instruía en el procedimiento de hacer oro y plata.

Parrafos del texto: Relatos y Susedidos de Guanajuato. Ezequiel Almanza Carranza.

Yyyy ya.   

Autor: Elsy Alonzo

Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.

Fuentes de información

  1. funicular.mx

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