La niña araña escalaba los muros del cementerio
Leyenda de Salamanca Guanajuato. Se cuenta que un taxista del turno nocturno, transitaba por la colonia San Roque. En horas de la madrugada, vio caminar por la calle a una niña sola, aproximadamente de 9 a 10 años de edad. El taxista
El Cementerio General y su alma en pena
Mérida Yucatán. Fue construido en la Hacienda ganadera San Antonio X-Coholté, en el Camino Real a San Francisco de Campeche en el año 1821. Tiene dos caminos la av. De los sindicatos y la av. De los mausoleos. Se encuentra muchas
Promesas del Más Allá. El Sansón Ibérico
Leyenda de Nuevo León. Por los años 1905 Monterrey era una ciudad muy tranquila, por la calle de Comercio hoy llamada Morelos, había sitio de coches jalados por caballos. Uno de los cocheros Don Goyo era un hombre amable, atento y
La Santa de Cabora. La Niña de Cabora es Teresa Urrea
Leyenda de Sinaloa. Una figura que tuvo mucha influencia en personas hasta que se convirtió en una leyenda, ella es Teresa Urrea. Su vida y muerte es una enseñanza en el ámbito religiosos y político que varios estados la recuerdan como
La brujas de Malvas y las bolas de fuego
Leyenda de Irapuato, Guanajuato. Esta leyenda se motivó entre el vecindario de Malvas y Rancho Grande en la que un muchacho campesino fue embrujado por una supuesta bruja, que con su hermosura y su encantadora voz logró que este joven
El ahorcado del panteón de Hocabá
Leyenda de Yucatán. Los pobladores, aseguran a ver visto a un hombre colgado en un árbol que está dentro del panteón, enseguida lo reportan a las autoridades, cuando llegan no hay nadie. Se dice, que los ahorcados están condenados a
La Tumba, encadenada para que los restos no salieran
Leyenda de Sinaloa. Los enterraron en la misma caja y los sepultaron. Pero al día siguiente aparecían los cuerpos tirados en la calle, lejos del panteón, alguien sacaba los restos para que no descansaran en paz. Era el año 1890, en
La Silla del Cementerio y El Gua gua Auca
Leyenda de Ecuador. Los guardias del panteón, fueron testigos de las visitas del enamorado. Decidieron colocar su silla en su tumba. El idilio de amor que tuvieron Josef y Elizabeth fue verdadero. Dos extranjeros y su repentino