El Callejón del Indio Triste de Zacatecas

(02 jul 2023) Un tiempo después del dominio de los españoles hubo un evento que en la actualidad se hizo leyenda. Era el año 1548 y el pueblo de Tlacuitlapán estaba desolado porque el señor Tlácuitl, se encontraba moribundo en su prisión. Su hija, la bella Xóchitl, la última princesa chichimeca, estaba a su lado llorando acompañada de unos sirvientes.

De pronto, una esperanza iluminó los empañados ojos del agonizante: era el Señor del Pánuco, su gran amigo y aliado, Xólotl. El atrevido, burlando la vigilancia de los carceleros, acababa de llegar. Haciendo un esfuerzo, el moribundo le hizo una seña que se acercara hacía él y tomándolo de la mano lo unió a la mano de Xúchitl, como si nada más esto estaba esperando y murió, dejando a su pueblo a merced del vencedor y a su hija bajo el amparo de su proscrito.

Cuando Xúchitl comprendió que su padre había muerto, deshaciéndose de la mano de su prometido, se arrojó sobre el cadáver, pidiendo que le llevara consigo. Después de los funerales del Señor de Tlacuitlapán, quedaron en libertad sus sirvientes y Xúchuitl se fue a vivir con ellos. 

Xolótl también quedó libre y en vano rogaba a Xuchitl que se casara con él, en cumplimiento de la voluntad de su padre. Ella le contestaba que su tristeza era grande que no quería pensar nada de amores. La verdad era que que ella se había enamorado del Capitán Gonzalo de Tolosa, sobrino del conquistador Don Juan de Tolosa. Lo había conocido en la prisión y a su poderosa influencia debía que ni su padre ni ella, ni ninguno de sus sirvientes fueran maltratados; su padre fue debidamente atendido durante su enfermedad y sus funerales fueron dignos de su rango, por eso lo amaba con todas sus fuerzas de alma virgen.

Él también la quería y solo esperaba, para hacerla su esposa, que dejaría la religión de sus mayores y se hiciera cristiana. Fray Diego de la Veracruz había emprendido para entonces la catequización de la princesa que avasallada por el amor de Gonzalo, se rendía sumisa a todas las exigencias de éste.

Un día supo Xólotl que su adorada Xóchitl se casaba con el Capitán después de traicionar a su religión y recibir el bautismo con el nombre de María Isabel. La desesperación del indio no tuvo límites e impotente estaba para vengarse de un enemigo tan poderoso, que todo lo arrebataba de una vez: sus dominios, sus riquezas, el amor de la que iba a ser su esposa y hasta la fe en sus dioses.

Desde entonces, entre la ruinas de un templo que había por el antiguo reino de Tlacuitlapán, se veía a un indio triste y demacrado, mal cubierto con un manto de lana, contemplando el camino que llevaba a la Capilla de Méxicapán, levantada por los españoles para culto de la Virgen de los Remedios.

Después de que se perdía esta comitiva, el indio se echaba a llorar y se escondía entre la ruinas, donde tenía su morada. Un día no se le vio más, lo buscado y lo encontraron muerto, con asombro reconocieron al que en vida fuera el soberbio y valiente Xolótl.

Entre sus dedos encontraron una flor símbolo de su amor por Xúchitl, que significa “Flor”. Algunos años después, en el sitio de las ruinas aquel templo, en ese lugar se abrió un callejón al que el vulgo llamó a su honor “El Callejón del Indio Triste”. 

Párrafos y rezumen del Texto: LEYENDAS DE ZACATECAS.

Autor: Elsy Alonzo

Aficionada a la lectura y escritura en especial a temas de leyendas.

Fuentes de información

  1. twitter.com

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